martes, 15 de septiembre de 2009

LAS DE LA CALLE (PROSA POÉTICA)

Pálidas, deprimidas, desahuciadas,
avanzan como buscando cobijo,
son las trabajadoras de la calle.
Ya cansadas de su largo trajinar,
sin suerte, apesadumbradas, tristes.
La edad les juega su última carta,
la de la deshonra, de la indignidad
¡Salí vieja! ¡Jubilate! ¡Estás de últimas!
¡La carrocería se te ha venido abajo!
¿Cómo volver el tiempo atrás?
¿Cómo recuperar lo perdido?
Tratan de engañarse a sí mismas
pretendiendo transformar en derecho
lo que ya no se puede alterar,
lo vivido y ahora disipado.
¡Qué injusta ignominia la que sufren!
Es el pueblo mismo que las ignora,
que las disgrega, las socava, las destruye.
Es esta sociedad enferma la que las juzga
y pretende desmembrarlas, disociarlas,
como si fueran lo último, lo pervertido,
lo despreciable, desdeñable y ridículo.
Valorar al ser humano es de ser humano,
de humano inteligente, gentil y sagaz.
La ignorancia es bien de la arrogancia,
de la soberbia, la altivez y la vanidad;
es el mal de los pueblos mal paridos,
los que prejuzgan, agravian y rotulan.
Destruir la esencia del hombre mismo
es destruir su propia naturaleza.
El diferente es aún existencia viva
que debemos respetar y valorar,
como quien respeta su propia vida.
Aquí están ellas,… ¿y ahora qué?,… ¿y ahora qué?
Como podremos valorar después de usar.
después de abusar, degradar y explotar
el alma de los otros, y no discriminar.
Solamente volviendo a los valores
del ser, de la persona, del ciudadano,
el que respeta la justicia y la equidad,
la igualdad, la ecuanimidad y el derecho.
El que es diferente con su igual
Le da méritos al pueblo, para que sea respetado,
considerado y valorado ante el mundo entero.
Morirá el “sudaca” y renacerá el honor.

CARLOS A. BADARACCO
8/3/99
(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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