EVOCACIÓN Y DESENCUENTRO

Durante la noche,
cuando me falta el sueño,
corren por el espacio
los duendes de las picardías
que me impiden dormir;
concentrarme en el placer,
es el logro más grande que consigo.
Son recuerdos fugaces
de edades juveniles;
por allí aparecen aquellos momentos
de inolvidable placer,
que mueven mis nostalgias,
melancólicos instantes de alegría
¡qué ya no vivo!
¡qué ya no vivo!,
¡qué ya no vivo!,
sólo recuerdos
en la distancia perdidos;
épocas de encuentros,
de amigos y borracheras,
de caminatas románticas
a la luz de la luna;
de luces que iluminaban
las noches porteñas,
las marquesinas iluminadas
de los teatros,
los cines de Lavalle,
las estrellas son testigo
de esa impronta.
Era todo un movimiento de gente,
¡de gente!, ¡de gente!.
Los años han pasado
y hoy la añoranza
se apodera de mí,
y evoco la noche de Buenos Aires.
Otros son los vientos que soplan,
me han cambiado la fachada;
sólo aquellos que no supieron comprenderla,
que no vivieron nunca aquel deleite
pudieron disfrazarla
así, ¡así! ¡así!…
Vinieron con ideas foráneas
a transformarla
pretendiendo conectarnos
estúpidamente con el mundo
La ignorancia pudo más,
nos dejamos subyugar,
y con el verso de la evolución
caímos en la falta de identidad,
en la melancolía de los adultos
y en la idiotez de los renovadores.
Hemos sido picados por la avaricia, l
a infelicidad,
la deshonra,
la imbecilidad de lo profano,
la falta de criterio,
de pertenencia,
la vida fácil.
¿Dónde estás Buenos Aires?
¿Dónde están tus noches?
¿Qué ha sido de nosotros?
¿dónde estamos?
¿quiénes nos han herido tan profundo?
¿quiénes?,
¿quiénes?,
¿quiénes?

CARLOS A. BADARACCO
4/5/09
(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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