domingo, 6 de septiembre de 2009

DESPERTAR DEL SER

En la tibia mañana de un día de Enero
cuando el sol con sus rayos calentaba el sendero,
a la sombra de un árbol de frondoso follaje,
descubrí el sentido de un sublime mensaje.

Recogido en mí mismo, superando mi ser,
remontando el abismo de mi propia in-sintencia,
percibí de inmediato una luz de excelencia.

¡Cuán distante estaba la realidad verdadera!
sin embargo era mía y no la conocía.
Se veía radiante, blanca, duradera,
protegía las cosas que yo recogía.

De repente una mano tendió complaciente,
el fulgor me envolvió, y estremeció mi presente,
comencé a ceder ante sus tentaciones,
y a tejer en mi ser un haz de ilusiones.

Encendido, impaciente, con un hambre voraz,
comencé a conocer, y con fuerza tenaz,
retorné a la sombra del frondoso follaje,
para hacer realidad el sublime mensaje.

Comencé a vislumbrar que la luz de excelencia
era dueña del mundo que no conocía,
que al buscar lo profundo, al llegar a la esencia,
descubría agotado..., que la poseía.

Somos parte de un todo, de un todo radiante,
y si vemos al mundo revuelto, acuciante,
es razón de ser ciegos desde dentro del ser
y por ende dispuestos a no comprender.

CARLOS A. BADARACCO
2/3/86
(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N°779760)

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