martes, 6 de octubre de 2009

EL VIEJO Y SU ETERNIDAD

Sentado en un banco de plaza
el anciano mira con sus ojos perdidos
un punto en el espacio infinito.
Las imágenes se desplazan por su mente.
Pareciera meditabundo, nostalgioso,
como queriendo arrancar de cada evocación
momentos sublimes de su larga existencia.
Su bastón en una mano, sostenido ente las piernas,
el otoño jugando a su alrededor se divertía,
moviendo en vaivén los árboles del paisaje,
que dejaban caer sus hojas amarillas.
El viento soplaba y el viejo miraba
el mismo punto del infinito.
Sus arrugas delataban extrañamente su dolor,
sus años le golpeaban duramente
el rostro delicado y somnoliento.
¿Qué recuerdos recorrían su razón?
Aquellos no cabían en su corazón,
amores pasados, dolores padecidos,
y el mismo punto en el tiempo infinito.
¿Qué pensamientos lo acongojaban?
¿Cuáles lo llevaban a ese desvarío?
Distante en el momento, volvía a su indefinido
y continuaba sentado mirando a la distancia
el mismo punto en el tiempo infinito.
-¿Viejo, que está mirando?
-El infinito que me espera junto a mi amor eternizado

CARLOS A. BADARACCO
3/04/09

(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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