EL CICLO

Luz, tiniebla y oscuridad
son las tres etapas de la vida.
La confianza ilumina al hombre
hasta que cae en la perplejidad
y ello le provoca la muerte;
y vuelve a renacer en la inmensidad
de la más clara inconsciencia;
y para doblegar la vida trata
de escudriñar sus secretos, y al hacerlo
provoca desafíos nuevamente
arriesgando su impronta y sumergiéndose
quizás en la felicidad, y más tarde retorna
la desdicha, que lo envuelve y lo confunde
y lo hunde en la desgracia.
Luz, tiniebla y oscuridad,
vuelve a cobrar sentido en el hombre
que nace y renace en la existencia,
en el ser y no ser perpetuo
desentrañando los secretos de la vida.
Ese es su destino, es el sino y su estigma,
el secreto está en la lucha que le arrebata
el dulce disfrutar de la dicha
y le lleva a enfrentar las penurias de tu presencia,
la disgregación de su esencia.
Pero, aún así, se reconstituye
y entonces renace, vuelve siempre a la luz
para luego retornar al ciclo interminable del ser.
Deviene al fin el agobio, el pedido de clemencia,
¿a sí mismo?, ¿al ciclo perpetuo?,
¿al comienzo?, ¿al final?, ¿a quién?
Es así como surge la idea de lo eterno y sobrenatural,
y la necesidad de llamarlo de alguna manera,
quizás…, DIOS.

CARLOS A. BADARACCO
29/06/09
(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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