jueves, 12 de noviembre de 2009

ARGENTINOS UNIDOS (ODA A MI PAÍS)


Me pides que te cuente
cómo es la Argentina.
Tú querida mía
perteneces a otro mundo,
no digo que distinto,
simplemente con otra cultura.
Estas tierras están llenas
de tristezas ocultas,
de hambre y desdicha,
de pobreza absoluta.
Ese no sería el problema,
pues la pobreza te eleva
cuando es digna,
cuando a pesar de ella
querida amiga,
los valores perviven,
te enaltecen.
Cuando ves el desconsuelo
en el rostro de un niño,
cuando captas
el ayuno en su semblante,
en su cuerpo,
al distinguir que la muerte
no se separa del hambre,
al advertir que la cultura
no se desarrolla,
se estanca.
Y si miras a tú alrededor
y ves por doquier la indigencia,
las caras tristes,
desengañada,
aturdidas por palabras falsas.
Cuando te paras frente a los niños
que se drogan
y ves la miseria
y las carencias en sus espíritus,
los deseos de morir en lugar
de vivir y ser felices.
Cuando la inseguridad
se desliza por las calles
en silencio
Y ves a los niños muertos
por las balas hermanas
y muchachitos tirados en una zanja.
Al contemplar
que simplemente
por cuidar al otro
un policía cae muerto en las calle,
en cumplimiento de su deber,
porque quiso protegerte,
porque quiso servirte.
Cuando vez a un maestro
luchar siempre en vano
y a pesar de su desgano
sigue adelante, pretendiendo
ennoblecer a sus alumnos
y glorificar su profesión.
Cuando los caminos
están llenos de “cartoneros”
porque no tienen un trabajo decoroso
para mantener a sus hijos.
Al contemplar las chocitas
en las que viven los pobres,
más pobres.
Cuando los futuros hombres
de la Patria no saben leer,
ni hilar ideas,
no saben imaginar,
no saben vivir
y sólo saben morir.
Al insinuar la falsedad
y la hipocresía
en los mismos habitantes,
fríos ante el sufrimiento de los demás.
Hay, querida amiga,
cuánto padece la Argentina,
cuánto llora
sus tristezas,
sus amarguras,
sus desventuras.
No se puede mirar al país
con la mitad de la mirada
se lo tiene que ver en su integridad,
dejando de lado la parcialidad.
Sin embargo amiga mía,
aunque te sorprenda,
si tú tienes ganas como yo
y deseas que este país bendito por Dios,
cambie vente querida amiga,
vente y lucha conmigo,
para hacer crecer
y dignificar a mí Nación,
porque no es Dios el culpable de esta derrota,
es el propio hombre
que dejó de bendecir a su pueblo.
Vente,
querida amiga,
y tomemos las manos
de nuestros hermanos,
unamos a nuestro pueblo
para prosperar con dignidad y coraje.

CARLOS A. BADARACCO
20/7/09(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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