Envuelto en la bruma
de la noche, camino,
descubro a cada paso
el empedrado de las calles,
los rieles de los viejos tranvías
se cruzan en mí andar;
son nostalgias del pasado
que se presentan ante mí.
Los árboles ceden a mi paso
y caen sus hojas secas
bañando las veredas
de un lúgubre dorado.
Y sigo caminando,
despacito, muy despacito,
como si quisiera saborear
los albores de mi barrio,
tan despacio camino,
que el aroma a tierra mojada
viene hacia mi acongojada.
Sus hijos que se van para no volver
desentrañan en ella una
angustia descontrolada,
es como si quisiera
expresar su dolor.
Las calles de Buenos Aires,
que albergaron a tantos pibes
quedaron sin sus gritos,
sin sus corridas,
sin sus travesuras,
¿Dónde estarán esos niños,
hombres hoy, dónde estarán?,
se han ido hacia otras tierras
pretendiendo prosperar.
Lo mismo hicieron nuestros
tanos y gallegos queridos
que dejando, sus terruños,
lloraron y lloraron sus cuitas
y en estos suelos de promisión,
consagrados al trabajo y a la ilusión,
trazaron sus caminos los inmigrantes
y extrañando sus cunas,
se desarrollaron y progresaron
“¡Yo no quiero!”,
explica la tierra,
“¡eso no quiero!”
“Quiero volver a ver a mis hijos,
y a sus hijos
y a los hijos de los hijos,
crecer bajo mi amparo”
“quiero escuchar sus bullicios,
deseo ver el amor caminar
despacito par las veredas,
escuchar el susurrar
de sus palabras de amor,
tejer sueños en pos de un futuro”
“¡Que vuelvan!,
¡que vuelvan!,
¡que vuelvan!
¡deciles que vuelvan!,
que yo cambiaré,
que les brindaré un camino de bienestar”
Y camino, y sigo caminando,
despacito, muy despacito
por las calles de mi Buenos Aires porteño,
la niebla se disipa,
y se aclara la visión.
Llego a la plaza,
donde jugaba con mis amigos,
mis amigos que no están,
¡quién sabe dónde estarán!
con ellos crecí, mame códigos
y me hice de tradiciones
que se metieron en mí,
que me convirtieron en lo que soy
y ahora,… ahora estoy solo,
solo en la inmensidad del futuro.
Los bancos de la plaza
guardan los recuerdos,
frases escritas con pasión encendida
se mantienen frescas,
como dispuestas a trascender
Las hamacas y el tobogán,
llenos de añoranzas también
No puedo expresar otra cosa
que me venga del corazón más que…
¡Te quiero barrio mío,
te quiero, te quiero,
y estoy aquí!
CARLOS A. BADARACCO
9/8/06
(REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL N° 779760)
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